Médicos y Magos

Médicos y Magos




El mago es el individuo conocedor de una técnica que puede evocar poderosos espíritus, sean demonios, dioses o almas, para ayudar, curar o matar. Esa fuerza que puede ser favorable o desfavorable es lo que los griegos llamaban dinamís, el mana en la antropología actual. Es el poder que produce los milagros, siendo el mago el médium para acceder a la mana. Hay en la magia una precursora de la ciencia y la tecnología. Sus fronteras con la religión y la medicina, en la antigüedad, pueden tornarse borrosas.

En la medicina mágica el médico-mago combate el mal curando con medicamentos o intentando expulsar el daemon maligno. Los principios de la magia simpatética son la semejanza (lo igual provoca lo igual), el contacto (lo que se toca actúa en lo que toca, lo que se toca retiene las propiedades de lo que toca) y la oposición (lo contrario a antipatía, con un funcionamiento similar a la simpatía.

La eficacia del tratamiento depende en parte del recitar una fórmula mágica. Empleaban lazos y nudos que servían para una fijación definitiva (muerte) o temporal. Para atar un nacimiento se utilizaban dos hilos y un nudo. El encanto se destruye si el mago los deslía. De hecho, las brujas a la hora de celebrar sacrificios deshacían todos los nudos tanto de los vestidos como del cabello por creer que le quitarían efectividad a la acción mágica.

Respecto a los diversos amuletos, la amatista impedía la borrachera, la hematita curaba enfermedades de los ojos y del hígado, otras piedras hacían aflorar la leche de las mujeres que habían parido. Todas ellas poseían los poderes debido a un tratamiento del mago que consistía en llevar adelante ritos secretos. Amuletos de origen animal y vegetal colocados dentro de un saquito tenían funciones diversas, como ayudar a desordenes del tipo sexual o incitar la concupiscencia.

Como señala Luis Gil en su estudio sobre la medicina popular, en la antigüedad no se distinguía entre el vidente, el profeta, el sabio, el santo, el portador de mana y el mago, lo que sí se tenía claro, en cambio, era la urgencia de la curación, algo que se repite en nuestra sociedad, donde nuevos chamanes, curanderos y otros individuos de intenciones similares compiten con el médico para aliviar el dolor o procurar remedio a la enfermedad.

El inconveniente entre magos y médicos se intensifica en el siglo V a.C., cuando la medicina técnica adquiere un amplio desarrollo. Los médicos quieren especializarse, distinguirse, y atacan a los magos, lo cual demuestra que estos últimos gozaban de una gran vigencia.